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Tu apellido no es Meruane

Por Lina Meruane

Traducido al inglés por Andrea Rosenberg

Palestina en Pedazos (edición revisada, ampliada y definitiva de Volverse Palestina, publicada originalmente en 2014). Edición actual en español, Penguin Random House, 2021. 345 páginas, tapa blanda.

No sé qué esperaba sentir cuando me encontrara con Maryam Abu Awad. Estábamos esperándola en la plaza Chile de Beit Jala, debajo de la placa conmemorativa y bajo el tibio sol de marzo, junto a unos soldados que quizás fueran palestinos. No sé si esperaba ver en ella un rasgo familiar o sentir un pálpito, recibir la campanada de un reconocimiento genético. De pronto alguien alza una mano y cruza la calle haciendo señas. Nada. Ninguna emoción, apenas desasosiego: esto podría ser un error. Esa mujer bajita y casi vieja podría estar buscando a una sobrina o a una amiga que no soy yo. Y ahora esa mujer se está abrazando a mí sin preguntarme si verdaderamente soy quien ella cree. El lado menos escéptico de mi cerebro me exige representar el rol para el que he viajado de tan lejos y responder a ese beso suyo, a ese apretón, y seguirla hacia su casa. Emprendemos un camino por calles laterales, nos metemos por un pastizal y luego por un descampado que acorta el trecho pero también hace peligrar mi equilibrio. No el suyo. Ella se va quejando de la vejez pero a paso cerrado me saca una ventaja humillante; yo cojeo detrás, tanto andar por tierra supuestamente santa me ha roto los talones. Oigo que me pregunta con cierta inquietud quiénes son esos amigos míos que nos siguen de lejos: si judíos o musulmanes. (Mi padre me ha hecho la misma pregunta sobre Ankar, por correo, y tras mi larga aclaración ha dicho: «Tu amigo, sin duda, debe ser una excepción».) Desvío la pregunta de Maryam con otra que vengo rumiando desde hace meses, la pregunta por nuestro apellido compartido. Me intriga saber si hay alguna conexión sahariana o argelina. Si existió una traducción del árabe. Si Meruane no sería un nombre como Maruan o Marwani o Merauneh, que remite al nombre de todo un clan, transformado en el precario trámite migratorio de principios de siglo. Maryam, que lleva un Meruane detrás del Abu Awad, me interrumpe con ese castellano gastado de los ya lejanos años que pasó en Chile: Ustedes no son Meruane. Apuro el paso con el dolor de mis talones y le digo: ¿Cómo que no somos Meruane? No, dice, sin agitarse. Ustedes son Saba. ¿Sabaj?, pregunto yo casi afirmando, Sabaj o Sapaj, porque esa parte de mi familia recibió nombres distintos al ingresar a Chile. No, no, repite y afirma: Saba. Los Sabaj son otros. Y lo que sigue es una aclaración genealógica o clanológica hecha en un castellano tan confuso como lo que no termina de contarme. En ese momento detiene su carrera frente a una gran casa de piedra y exclama es aquí, ya llegamos. Pero yo no miro esa enorme mole  blanca en la zona alta de la ciudad. Algo se revuelve en mi cabeza. Algo se viene abajo. Si yo no soy Meruane entonces esta mujer que dice ser mi pariente no es nada mío. Pero hay algo aún peor: si nosotros no somos Meruane, entonces, quién soy yo.

Lina Meruane es una escritora y profesora Chilena de ascendencia Palestina e Italiana. Su obra, escrita en español, ha sido traducida a doce idiomas. En 2011ganó el premio Anna Seghers por la calidad de su trabajo, y en 2012 el Premio Sor Juana Inés de la Cruz por su novela Sangre en el ojo.

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