Asus 84 años, Alberto Kassis ha sido un empresario exitoso, un hombre de negocios de incansable deseo de producir y construir, participe silencioso en política y preocupado del bienestar de sus trabajadores y familias. Muchos conocen a Alberto Kassis, el empresario, pero primordialmente es un hombre de familia.
Nace en Chile al poco tiempo que sus padres y dos hermanos mayores llegaran de Belen, Palestina. Arribaron sin hablar el idioma, con pocas pertenencias y poco dinero en búsqueda de darles un mejor futuro a sus hijos. Creció en el seno de una familia cariñosa, donde Mercedes, su madre, era el centro del universo. Al poco tiempo su padre enferma y muere. Ese evento marcará la vida de Alberto quien a los 12 años deja el colegio y comienza a trabajar junto a sus hermanos. La gran universidad de Alberto fue la vida. Bajo los ojos de su madre, forjó su gran carácter y se transformó en un gran hombre. De carácter fuerte, leal, trabajador, decidido, irreverente a veces pero compasivo, cariñoso y protector de los suyos.
Alberto se casa con Ana María, su prima, primera generación de Palestinos en Chile.
La familia para Alberto es muy importante y junto a Ana María forma la suya, hace casi 52 años, un matrimonio basado en el amor y respeto; un ejemplo para sus hijas.
Su enseñanza es la humildad, la sencillez, la honestidad, valores que traspasa a sus seis nietos.
Para el, su tierra natal tiene un significado especial, el campo chileno se asemeja a su amada Palestina, la cual con sus animales y sus tradiciones han sido el lugar de encuentro y de unión de la familia. Tiene cría de caballos árabes y muchas hectáreas de olivos y almendras.
La tierra Palestina ha sido parte de su narrativa, de su historia, de su vida y así se lo ha transmitido a su familia. Junto a Ana María, recuperan parte de la antigua casa familiar en “calle de la estrella” en Belén, y juntos con George Al-Ama y el Centro de la Preservación del Patrimonio Cultural (CCHP) restauran la casa y establecen el Centro de Estudios e Investigación para la Diáspora Dar Al Sabagh. De esta forma, crean un puente entre Palestina y la Diáspora para que cualquier descendiente de palestino pueda recuperar la historia de sus ancestros. El Centro Dar Al Sabagh ocupa un lugar especial para muchos.
Ese amor por la tierra natal de sus padres y sus hermanos lo motivó a fundar, hace más de 20 años, con José Said, y Mario Nazal, la Fundación Belén 2000, donde otorgan becas estudiantiles a niños Palestinos. Para Alberto, la educación es la base para crear grandes personas y unir a la comunidad palestina en ayuda de los niños.
El proyecto actual en Palestina es la restauración de la casa de sus tíos y abuelos para transformarla en un pequeño guest house para que los visitantes vivan una experiencia completa, que respiren Palestina, que caminen Palestina, que coman Palestina, que recen Palestina y que disfruten Palestina. En pocas palabras quieren que los visitantes de la diáspora Palestina, sientan en el corazón y en sus venas como se vive en Palestina.